Se han realizado muchos estudios sobre la eficacia del optimismo y sus relaciones con la salud mental, la salud física, el afrontamiento, la calidad de vida y la adaptación de los propósitos, el estilo de vida saludable y la percepción del riesgo, etc., como fenómeno psicológico.

No se trata aquí de ver el vaso medio lleno o medio vacío o de obligarnos a ser siempre felices, sino a cómo afrontar las situaciones (buenas o malas) como una posibilidad de aprender y crecer como persona. El optimismo al igual que el pesimismo es una conducta aprendida, y según Seligman cualquiera puede aprender a ser más optimista. Desarrolló una prueba de optimismo aprendido diseñado para ayudar a las personas a descubrir su grado de optimismo a través del Modelo ABCDE:

  • Adversidad: La situación que exige una respuesta.
  • Creencia: Cómo interpretamos el acontecimiento.
  • Consecuencia: La forma en que nos comportamos, respondemos o sentimos.
  • Disputa: El esfuerzo que hacemos para argumentar o rebatir la creencia.
  • Energización: El resultado que surge de intentar desafiar nuestras creencias.

Aprender el optimismo puede llevar tiempo. Recuerda que se trata de un proceso continuo que quizá tengas que repetir a menudo.

Si quieres saber más sobre los pasos de este modelo, visita el siguiente enlace: How Learned Optimism Can Improve Your Life (verywellmind.com)

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